jueves, 8 de diciembre de 2011

Inauguración del Museo Arqueológico de Yucat

Estimados hermanos, autoridades:

                        Quiero destacar el agradecimiento a quienes han guiado y quienes participado en la puesta en realidad de este humilde Museo Arqueológico. La calidez manifiesta en su presentación es la mejor muestra del afecto que se tiene por estas tierras donde hoy nos toca vivir, pero también el profundo respeto por un pasado y un futuro que está más allá de nosotros mismo. Pasado que nos llega como un precioso legado, futuro que queremos sea tan hermoso como el paraíso que debió ser siempre.
                        Y si bien este Museo es pequeño, debería, y es la propuesta, estar cargado de un inmenso contenido simbólico. Quisiéramos fuera como la piedra fundamental de una nueva construcción humana en la que se plasmara el sueño de lo que debiera haber sido la relación con el pueblo originario que hoy no está. Malo sería si este Museo encerrara la historia ocultándola como generadora de Vida.
                        Quisiéramos que sea el llamado a un segundo Museo, allá en el mismo lugar de donde estas piezas pertenecen, recreación del hábitat propio de estas piezas. Pero con el encargo de hacernos soñar con una historia, nuestra historia, que podría haber sido distinta. En ella los pueblos originarios podrían haber sido el tronco fundamental donde enraizara la cultura recién llegada. En algunas lecturas, con los mejores deseos, se ha propuesto que hubo una verdadera fusión, propiciamos que sea el interés y el compromiso con la historia el que haga justicia al símbolo de vida que encierran estas piezas.
                        Hay unas piezas arqueológicas más que hemos coincidido en no exponer, los huesos de un aborigen, encerrados en esta caja de algarrobo. Lo depositaremos en la Capilla Histórica hasta que podamos llevarlos hasta el Museo de Sitio, al hábitat de donde no debió salir. Y buscaremos recrear el cuerpo que fue, y que ojala fuera de una niña. Le encargaremos que haga revivir a su Pueblo para dialogar con él y creciendo, de a luz una nueva relación histórica que nos enriquecerá mucho más. Convocamos a su custodia a la Virgen de la Merced, redentora de cautivos, para que la libere de la cautividad histórica a la que la hemos sometido.
                        También quisiera destacar, y no menos en su importancia, que la puesta en valor de las piezas en este Museo, se ha hecho desde las escuelas rurales con sus directoras al frente. Manifiestan, queridas autoridades y presentes en general, la inmensa potencialidad que tienen cuando pueden más que cumplir con planes preestablecidos; y se les permite -y debe ser siempre así- recrear las comunidades a las que pertenecen. No es casual que la primera educación esté en manos maternales. Pero no nos podemos desligar, y el Museo es muestra que lo hemos hecho bien, de nuestra corresponsabilidad social en la educación de nuestros pequeños, nuestra propia historia, nuestro propio futuro.

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