domingo, 4 de marzo de 2018

Hacia una nueva batalla, cultural, que realice un Nuevo Contrato Social.


Hacia una nueva batalla, cultural, que realice un Nuevo Contrato Social.



Los acontecimientos de diciembre y los hechos de los últimos meses, aunque no creo que todavía marquen un antes y un después en la política argentina, tienen una densidad digna de ser tenida en cuenta para interpretar los meses venideros y reflexionar dónde poner nuestras mejores fuerzas para situarnos y actuar frente a tanto desatino.



Las elecciones, para quienes consideramos el liberalismo como nefasto desde casi todo (o todo) punto de vista, ha sido un golpe del que es difícil reponerse. Pero es claro que por la razón que fuera, es el resultado de la voluntad de las personas de nuestro país. Cierto es que podríamos variar los porcentajes de los adherentes a éste modelo liberal si hoy hubiera nuevas elecciones, pero la verdad es que nada puede afirmarse en éste sentido, y también hay que aceptar que las elecciones son para tiempos determinados y en ese lapso lo que cuenta es el resultado de las urnas.



Desde su ingreso, el Gobierno se ha mostrado como un ejército que avanza a paso firme llevándose puesto todo lo que ha deseado. En algún conflicto ha retrocedido algo, pero que ni se nota frente a la decisión de gobernar según su arbitrio. ¿Diálogo? Hasta se perdió el significado del término… También algún político amigo de los nuevos aires (oficialista o de oposición) ha mostrado dudas en algún momento, pero hasta el momento, nada que no parezca un ahorro para tiempos futuros cuando el presente gobierno entre en desgracia.



Desde las elecciones legislativas en adelante, Cambiemos ha comenzado a gobernar a su antojo y a cara descubierta, mostrando la desnudez de su ideología y su violencia institucional; con el horror de muchos, la complacencia de otros, el silencio cómplice y el yo no fui de los siempre cobardes que proclaman que no entienden nada de política pero no se toman el trabajo de aprender… Aquel ejército (Plan Condor 2) sigue su avance destructor de democracia y república. No es desconocido –para nadie con un poco de oídos y ojos- que los hilos conductores y directores son manejados desde la política y economía internacional. El bocado de los recursos naturales de nuestro país (no las empresas del Estado como en la década de los 90), es mucho más que apetitoso para la fragmentada 3ra Guerra Mundial. Para los reyezuelos y señores feudaluchos locales, efímeras ganancias para sostener sus privilegios. Incluimos también entre éstos últimos a notables sectores de nuestra Iglesia Católica, tal vez menos seguidores de Jesucristo que de una doctrina que los coloca eternamente como privilegiados de Dios.



Por todo ello considero que hay que afirmar que se ha roto el Contrato Social que ha dado origen a nuestra sociedad argentina. Este Gobierno se ha llevado por delante la Ley Fundamental y las Instituciones del país: las grandes como el Congreso, el Poder Judicial, el Federalismo, pero particularmente a aquellas que son capaces de distribuir riqueza y conocimiento entre los habitantes, las que defienden el derecho de los vulnerables y minorías... Y está dispuesto a seguir haciéndolo, mostrando todo su poder… aún con represión y muerte si fuera necesario.



Sedientos de una articulación política que brinde luz para orientar las acciones, nos preguntamos cual será el mejor uso de nuestras reservas humanas, morales y patrióticas…La derrota fundamental es cultural, profunda… Y por ello la reconstrucción tarea titánica desde las raíces… desde el generar una Nueva Identidad Argentina con sus valores personales, nacionales y humanos (justicia y paz incluídos) donde ya no haya otro Dios, que el Dios de tod@s y para tod@s. Donde los poderosos y violentos de hoy tengan solo el lugar que les corresponde…



Para los católicos, que hoy celebramos el Bautismo de Jesús, podría esta solemnidad preguntarnos acerca de nuestra identidad y misión... ¡a él pertenecemos!

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